Las Campanas de Agio Giorgio.

por el Cnl (R) Carlos Pissolito (*)

 
 
 


Un poco de historia
Cuenta la leyenda que en la Isla de Chipre nació Afrodita la diosa del amor. Lamentablemente, una extensa historia plagada de invasiones parece desmentir esta primera advocación. Las crónicas enumeran a muchos invasores o, si se prefiere, a visitantes ilustres. Empezando por el rey asirio Sargón II en el 709 a.C., pasando por las huestes del propio Alejandro Magno, las del binomio Cesar-Cleopatra, la de los bizantinos, la de los árabes, los cruzados de Ricardo Corazón de León, solo para mencionar a los más famosos entre muchos otros.
En aras de hacer una larga historia corta y comprensible. Digamos que Chipre estuvo bajo la égida del Imperio Británico entre los años de 1878 hasta 1960. Previamente, las idas y venidas de la historia la habían poblado de sus grupos culturales principales: el mayoritario compuesto por los griegos que llegaron desde Micenas en los albores de la historia; y el minoritario por los turcos que lo hicieron con las conquistas otomanas en el siglo XVI.
La proximidad inexorable del mandato británico, tras la 2daGM, puso sobre la mesa la cuestión de quien debía quedarse con Chipre. Grecia pensó que debía ser ella, pues además de contar con la mayoría de connacionales, así le había sido prometido por la Gran Bretaña si se sumaba a su esfuerzo de guerra contra las Potencias Centrales en la 1raGM. Pero, también Turquía se sentía con derechos, ya que temía por la suerte de los suyos si Grecia se hacía cargo y, por otro lado, reivindicaba los casi 4 siglos de administración ottomana de la isla.
Pronto la discusión entre la Enosis (Unión con Grecia), sostenida por los primeros y el Taksim (partición, con un pedazo de isla para cada uno), apoyada por los segundos, se agrió y se tornó violenta. En la década de 1950 ambas comunidades se organizaron militarmente. Al efecto, los griegos crearon la “Organización Nacional de los Combatientes Chipriotas” (la EOKA por sus siglas en griego) y los turcos el “Movimiento de Resistencia Turco” (el TMT por sus siglas en esa lengua).
Los británicos, atrapados en el medio y sin saber que hacer optaron por una solución salomónica. O al menos eso creyeron hacer. Chipre no sería ni de Grecia ni de Turquía sino un Estado libre, aunque estaría asociado al Commonwealth y uno que le reconocería a la Gran Bretaña dos bases soberanas en su territorio.
A poco de andar, como era obvio, la solución no convenció ni a tirios ni a troyanos. Pronto pasaron a ser comunes los episodios de violencia étnica tanto contra las personas como contra las propiedades y los bienes culturales del otro bando. A consecuencia de ello, la ONU vio en marzo de 1964 la necesidad de establecer una misión a la que llamó: “Misión de las Fuerzas de la ONU en Chipre” (UNFICYP por sus siglas en inglés). Su mandato expreso era el de prevenir la violencia intercomunal y contribuir al mantenimiento del orden y el regreso a la normalidad.
Pese a los esfuerzos de la ONU el problema de fondo, quien se quedaría con la isla, seguía sin ser resuelto. Los greco-chipriotas que eran la comunidad más numerosa y mejor organizada lanzaron en 1974 un golpe de estado contra el Obispo Makarios, quien se oponía a la enosis y solicitaron la anexión de la isla a Grecia, también gobernada, por una junta militar. Ante estos hechos, Turquía invadió la parte norte de la isla con el fin de proteger a sus connacionales.
Cuando el ruido de las armas cesó la isla quedó de facto dividida en dos sectores: al norte los turco-chipriotas y al sur los greco-chipriotas. La parte norteña reclamó su autonomía y se proclamo como la República del Norte de Chipre, aunque solo obtuvo el reconocimiento de Turquía. Por su parte, la sureña reclamó la totalidad del territorio y condenó la partición, lo mismo hizo la ONU. La consecuencia humanitaria de todo ello, fueron unos 150.000 ciudadanos de origen griego y otros 50.000 de origen turco que se vieron obligados a abandonar sus lugares habituales de residencia, convirtiéndose –técnicamente- en desplazados.
Por su parte, la ONU se vio en la necesidad de cambiarle la misión a UNFICYP. Al efecto, se le ordenó establecer una zona de amortiguación (buffer zone) para separar a los combatientes y prevenir el resurgimiento de las hostilidades. Esta zona tiene actualmente una extensión de 180 Km y un ancho variable que va de solo unos 20 metros hasta los 7 kilómetros. Incluye en su caprichoso trazado, algunos pueblos, en los que viven comunidades tanto griegas como turcas y otras bicomunales y zonas rurales donde se práctica intensamente la agricultura. La ONU mantiene el control de la misma mediante 3 sectores que operan un sistema de puestos de observación y patrulla que controlan que ambas partes respeten estrictamente lo que se denomina el status quo.
A través de los años la situación se ha mantenido relativamente calma. Sin embargo, en 1996 dos greco-chipriotas fueron muertos por fuerzas turcas cuando pretendieron aproximarse a un puesto de guardia en la buffer zone durante una manifestación anti-ocupación. Pese a la ausencia de grandes incidentes y a lo extenso en el tiempo del conflicto; no ha sido posible llegar, aún, a un acuerdo definitivo que permita restablecer las condiciones de vida normales para ambas comunidades. Frecuentemente, la ONU lanza diversos procesos negociadores; pero todas han invariablemente fracasado.

Los actoresYa hemos dicho que dos grupos están entre los principales habitantes de la Isla de Chipre. Los greco-chipriotas sostienen con orgullo ser los descendientes de los primeros colonizadores micénicos que llegaron a la isla hace dos milenios. Conforman, de hecho, más del 70% del total y en su inmensa mayoría pertenecen a la Iglesia de Chipre un autocéfalo de la Iglesia Ortodoxa y hablan una variante local del griego. Coherentemente con lo expresado los obispos de esa iglesia representan a la principal figura de autoridad en sus comunidades. En su mayoría prefieren y reivindican la vida rural, viviendo en pequeñas aldeas que se extienden por su territorio. Las capillas, basílicas, monasterios de su culto, entre otros bienes culturales, son lugares de peregrinación y motivo de orgullo nacional.
Por su parte, el origen de los turcos se remonta a las tierras entregadas a los 30.0000 combatientes del ejército ottomano que en 1571 le arrebataron la isla a los venecianos. Todos ellos hablan una variante del turco y profesan el Islán moderado, ambos impuestos por las reformas del padre de la Turquía moderna: Mustafá Kemal. Los integrantes de las fuerzas armadas figuran entre las personas de mayor autoridad.
En la actualidad, tanto el norte como el sur reciben una creciente cantidad de turistas. Sin embargo, los estándares económicos son muy diferentes en ambos lados. Mientras el sur se muestra próspero e integrado a toda la normativa de la Unión Europea, el norte aparece menos desarrollado y con problemas de infraestructura. Si bien el sur se unió a la UE en el 2004, el norte continúa siendo un eterno aspirante, siempre rechazado por alguna razón real o burocrática. Aspecto no menor, ya que la anexión de ambas comunidades a ese mercado era una de las mejores promesas a la hora de una negociación.
Otros actores presentes, aunque secundarios eran la cabeza de la misión de UNFICYP, los gobiernos soberanos de Grecia y de Turquía, ambos con intereses y tropas sobre el terreno. También, las bases soberanas británicas y la propia Unión Europea.

El causus belliLa Fuerza de Tareas Argentina tiene responsabilidad por el Sector 1 de UNFICYP. El mismo se extiende en el porción occidental de la Isla. Mayormente se trata de una zona montañosa y rural, aunque no son extraños los típicos poblados chipriotas. Frutos del azar de la guerra algunos de ellos quedaron dentro de la buffer zone y debieron ser abandonados. Entre ellos se encuentra el pueblo de Agio Giorgio o San Jorge para nosotros. Un pequeño villorrio con casas de adobe de una planta, su pequeña plaza y su orgullosa iglesia con su cementerio anexo. Cuando uno patrulla sus calles vacías resulta fácil y a la vez doloroso imaginarse su momento final. Junto a las imágenes de destrucción, típicas de toda guerra, se encuentran en sus casas humildes mesas servidas, camas hechas. Todos indicios de que debió ser abandonado en forma precipitada por sus habitantes. Para reforzar el sentimiento de horror, también, es posible comprobar que su cementerio fue profanado y que en muchos lugares no se puede entrar porque se colocaron bombos caza-bobos.
Aun recuerdo esa mañana del tórrido verano chipriota cuando el Jefe de la Compañía Alfa, el Tte Iro Mancini, nos informara de un hecho extraño. Las campanas de la iglesia del pueblo abandonado de Agio Giorgio habían desaparecido. De inmediato informamos esta novedad de al cuartel general de nuestra misión, a la sazón ubicado en la ciudad de Nicosia a unos 70 km de nuestro puesto de comando. Acostumbrados a recibir todo tipo de sucesos el dutty officer del Head Quarters, luego de algún comentario de rigor, decidió que la misma debía ser archivada.
Fue opinión, de nuestro jefe, el Tcnl Sergio Mujica y la mía propia, en mi carácter de oficial de operaciones del sector, que nos teníamos que ir con cuidado pues la mencionada novedad traería cola.
Dicho y hecho. Cuando la guardia nos informó que un tipo alto y vestido de negro quería hablar con alguna autoridad, el hecho bastó para confirmar nuestras sospechas. Efectivamente, se trataba del obispo de la ciudad de Katidata quien nos esperaba en la capilla anexa de nuestro campo. Fuimos con el jefe y un intérprete a recibirlo. Estaba de pie, no ya en el interior de la capilla sino sentado en una sencilla silla junto a un olivo milenario. No estaba revestido de los atributos de su rango. Pero su presencia era ciertamente imponente. Alto, barbado, con una tiara que hacía aun más desmesurada su gran estatura. Al observar nuestra llegada, se incorporó apoyándose en su cayado. Lo rodeaban unos pocos pobladores, toda gente mayor, que se habían quitado sus cubrecabezas en señal de respeto por quien acompañaban y por el lugar sagrado en el que encontraban.
La conversación fue breve, casi amigable, solemne. En pocas palabras nos pidió que quería de vuelta las campanas en su iglesia. Sin importar que la misma llevara más de 40 años abandonada y que oficiara sus sacramentos en una nueva y hermosa basílica ubicada en Katidata. Para él era algo que estaba más allá de cualquier racionalidad. Escuchamos y prometimos que nos haríamos cargo. ¿Qué otra cosa podríamos haber hecho?
Por suerte mi jefe era un hombre de recursos. No era su primera misión en la isla y sabía de antemano que nos encontrábamos ante un problema serio. Me ordenó que concretara una reunión con el coronel turco comandante del sector. También, me dijo que sería conveniente ir a esa reunión con toda la información que pudiéramos reunir sobre ese hombre. De inmediato convoqué a mi equipo y lo impuse de la nueva tarea. Los hombres de informaciones, la ONU no hace inteligencia, se pusieron a buscar en los archivos para ver quién era este coronel turco con el que nos tocaría lidiar.
Al día siguiente, había sobre mi escritorio fotografías, escritos y resumes biográficos con la fecha de nacimiento del coronel, donde había estudiado y otras formalidades por el estilo. Pero, lo más importante, fue un pequeño dato aportado por nuestro oficial de enlace turco. Un joven y simpático teniente que nos visitaba una vez por semana. El dato consignaba que el coronel de marras era fanático de nuestro deporte nacional, el futbol. Pensé, es poco, pero al menos es algo.
El briefing de la mañana de los jueves surgieron más instrucciones. Era imperativo restaurar las campanas a la iglesia si es que queríamos mantener nuestra credibilidad. Pero no sería fácil. No podríamos ir sin más y exigirle a los turcos que la devolvieran. Además, ¿qué pruebas teníamos de que habían ido ellos los autores del saqueo? Mucho menos podíamos acusarlos. Era necesario preparar el terreno. Y en estas latitudes eso implicaba largas reuniones de enlace en los que el tema principal quedaba siempre para el final.
En pocas palabras teníamos que adaptarnos a la filosofía oriental que sabiamente combina la hospitalidad con los negocios. Las tazas de café y los pasteles con las propuestas y las recriminaciones. Finalmente, tras varios litros de ingesta de café a la turca pudimos coordinar una reunión cumbre entre nuestro jefe y el ya famoso coronel turco. Aunque los azares de la vida han hecho que no haya retenido su nombre, todavía tengo bien presente su dura y marcial expresión enmarcada en unos lentes con marco de oro y sus insignias de coronel sobre un fondo de paño color rojo.

Siempre negociar
La reunión se desarrolló inicialmente con las formalidades del caso. Recuerdo que era una noche calurosa. Por suerte nuestros anfitriones habían decidido que compartiéramos una cena en una suerte de pérgola cerca de la playa. La brisa del mar compensaba el incendio que nuestros estómagos producían la comida muy especiada. El momento culmine llegó con los postres y digo postres porque fueron varios. Mi jefe desde un atril procedía a agradecer a sus anfitriones. Hasta allí, como era lo habitual para esto casos, solo habíamos hablado de misceláneas. Pero grande fue la sorpresa de todos cuando el Tcnl Mujica sacó de una bolsa y exhibió una camiseta del Diego Armando Maradona, para colmo autografiada por el ídolo y que le sería entregada a nuestro anfitrión como prenda de paz. Sonaron aplausos entre turcos y argentinos. Nos dimos unos abrazos. Pronto, la reunión llegó a su fin. Cuando estaba por retirarme mi contraparte, el oficial de operaciones del sector turco, se me acercó y en tono de confidencia me dijo que esa noche las campanas estarían en su lugar. Por mi parte, entendí que estaba sobreentendido que nuestras patrullas no visitarían la aldea hasta las primeras luces del día siguiente.
Esas luces confirmaron que allí estaban. Las campanas en su centenario sitio. Me comuniqué con el obispo para darle la buena nueva. En agradecimiento, antes de mi regreso a la Argentina, me entregó un tríptico con San Jorge como figura principal. Hoy adorna mi casa como un recordatorio que siempre se puede negociar.

[*] Clase pronunciada en el "Curso de Negociación Internacional" en el CAECOPAZ, el 08 Nov 12.